La pizza, como plato de comida, es una receta aparentemente sencilla en la que, sobre una masa redonda, colocamos una serie de ingredientes, entre los que no puede faltar la salsa de tomate. ¿Es tan sencilla? Sí y no. Sí porque la teoría es sencilla. No porque cada persona que la hace busca que sea única, perfecta, fabulosa y por eso se trabaja con mimo cada elemento que la compone.
Para la masa se selecciona el tipo de cereal, la levadura, el agua, la sal y, quizás, algún otro ingrediente secreto. Se amasa de una forma concreta para, una vez horneada, tenga el grosor, textura y sabor que se busca. La salsa de tomate, aunque se realiza, más o menos, con los mismos ingredientes, siempre será una receta secreta, diferente y su sabor hará diferente una pizza de otra cocinada por otra persona. La elección y combinación de los ingredientes que vaya a cubrir la masa, vegetales, carnes, fiambres quesos, etc, busca la emoción del paladar. El purismo y la creatividad de quien cocina destaca entonces.
Por otro lado, es esencial conocer el secreto del calor y sus temperaturas, ya sea en un horno eléctrico o de leña, lo que variará de manera importante el sabor, color y resultado final de la propia pizza.
Debemos cocinar nuestra «vida» de la misma forma: escoger bien a las personas que deseamos tener cerca, mimarlas, cuidarlas, buscando el equilibrio en nuestra intimidad, tanto personal como social o incluso en el plano laboral. Por supuesto, dar el calor adecuado en cada caso, valorar cada relación. El resultado es una buena pizza, una buena vida, un círculo personal mejor.
Abrazos positivos.
Metodo Estanislao
Música: PsicólogoKim