Hay palabras exclusivas de un idioma que no existe en otros y que tienen un significado que indica o expresa perfectamente aquello que queremos decir, sin más. Un ejemplo de ello es la palabra gallega morriña que, por mucho que se quiera definir, al final sólo los que somos gallegos comprendemos lo profundo de la palabra, aunque algunos la asocien directamente a “melancolía“. No, es mucho más.
Para mí hay una palabra que, cuando la pronuncias, sabes que hay un antes y un después de ella, hay un final definitivo y lo que siga nada tendrá que ver con lo anterior; el final de una serie de algo que no volverá a ser; un punto y final, que puede ser personal, vital, social, laboral, etc., según la situación en que la usemos.
Esa palabra de mi idioma materno, el gallego, lo expresa todo con cuatro sílabas: derradeiro
Cuando la usas es porque cerrarás un círculo de tu vida para siempre o la misma vida de tu camino.
Cuando yo ya no exista en este mundo y exhale mi derradeiro alento —último aliento— sé que mi corazón no seguirá latiendo.
Por eso, sólo espero que mi camino sea el mejor que haya recorrido y que todo lo positivo que haya podido compartir y haya recibido sirva para hacer, de este, un mundo mejor.
Abrazos positivos.
Alejandro Guillán.
El método Estanislao.
Música: VaFeltre Tours