Un chicle es una goma que mascamos, de diferentes sabores, que nos proporciona un rato de placer culinario en boca, el paladar y, una vez que el sabor desaparece, lo tiramos a la basura.
En nuestra vida, en ocasiones, miramos a quienes nos rodean como eso, un chicle. Son algo que podemos tomar, extraer lo mejor de ellos y, cuando sentimos que ya no nos sirven, los dejamos de lado, nos deshacemos de ellos, esperando encontrar a otro u otros que los sustituyan y, así, poder alimentarnos de algo que, seguramente, no encontraremos de ese modo.
La diferencia entre un chicle y una persona, además de que hay muchos más “sabores”, porque cada persona es única, es que cada una de ellas nos puede alimentar de muchas y variadas maneras, no de una sola. Por eso, antes desatar o cortar los lazos, debemos conocer todo lo que nos aporta, todo aquello que podemos descubrir y que no conocíamos.
Es por ello que es bueno encontrarse con aquellas personas que nos aporten siempre algo y de una manera positiva en nuestra vida, pero nosotros debemos también aportarle también, para que sea un intercambio que haga crecer a ambas partes.
Abrazos positivos.
Alejandro Guillán
El método Estanislao
Música: Ambient With Flute