De la misma manera que hay puestas de sol, también, de noche, hay salidas de luna que pueden traspasar nuestro corazón.
En un viaje reciente a mi ciudad de nacimiento, Vigo, la primera parada cuando llegué allí, demasiado temprano para ser de día y demasiado tarde para ser sólo de noche, fue en la playa de Samil. El olor a salitre era intenso, las olas llegaban suaves a la orilla, pero lo más impresionante era la enorme luna amarilla que brillaba bajo un cielo nocturno despejado y estrellado y que dejaba su reflejo sobre el agua salada, que estaba tranquila y hablaba casi en susurros.
Fue ese momento el que hizo que mi corazón latiera de modo distinto, a una velocidad inusual, haciéndome sentir como yo lo buscaba desde hacía tiempo.
Por eso, es importante vivir esos instantes que no son materiales, pero que, quizá, son más importantes porque nos conectan con algo que no es tangible, pero sí importante para uno mismo.
Abrazos literarios.
Alejandro Guillán
El método Estanislao.
Música: Little Soul