Las personas somos seres sociales y necesitamos el el roce, el contacto físico de otros, en mayo o menor intensidad. Y ese contacto, si nos vendaran los ojos y no supiéramos quién lo hace, no se diferenciaría en el color de la piel, el sexo, la altura, etc. La única diferencia vendría de quién roza y cómo lo hace, de la intensidad del contacto o la intención del mismo.
Cuando uno roza expresa con ese gesto su estado de ánimo, lo que desea y quiere, lo que le importa la otra persona o no.
Por eso, cada contacto, cada roce, cuenta una historia vital y personal y es necesario conocerla sin miedo a que nos haga daño o nos convierta en la persona más feliz del mundo.
Abrazos positivos.
Alejandro Guillán
Música: The Shimmering Sea
El método Estanislao