Ninguno de nosotros es igual a otra persona. Cada uno tiene un camino vital diferente en el que las vivencias, emociones, sensaciones, sentimientos, lo dicho y hecho son únicos e intransferibles.
Todo ello, en su conjunto, lo bueno y lo menos bueno de todo lo que llevemos recorrido, queda metido en una especie de mochila, que nos produce una carga emocional más o menos pesada.
Esta carga emocional puede ser positiva o negativa. Cada uno tiene que escoger de qué porcentaje de cada una de ellas puede desprenderse o no. Lo que está claro es que no podemos cargar con todo, así que yo propongo desprenderse de casi todo lo negativo y digo “casi” porque debemos dejar algo para tenerlo de referencia a la hora de no hacer o decir algo, ya que conocemos las consecuencias de ello.
Pero de los momentos felices también debemos escoger entre aquellos que realmente nos han llenado, desde el punto de vista esencial, y los que son recuerdos sin más transcendencia que lo vivido. No desprenderse de estos crea una especie de dependencia, nos hace creer que no podemos ser infelices y que todo en la vida ha de ser felicidad y alegría.
La vida, nuestro camino, son momentos de felicidad y de tristeza; de avanzar, detenerse o elegir otra opción; de entregarse o desprenderse; de intentar vivir nuestra vida con plenitud o no hacer nada. Todo lo escrito y dicho anteriormente tiene consecuencias.
Yo elegí intentar vivir con plenitud. ¿Y tú?
Abrazos positivos.
Alejandro Guillán.
El Método Estanislao
Música: The sould of wind